Esta tarde pegaba el viento del Norte y los plumeros te indicaban el camino a seguir. El frío hacía presagiar una caminata arropadito; hasta la cámara se balanceaba más de lo acostumbrado colgada en mi cuello, pero la foto mereció la pena y la sensacion del viento y la profundidad del cerro de olivos me ha hecho ponerlas en mi blog (hay que decir que también ha contado la opinión de mi esposa a la que le encantan estas fotos hechas en su tierra natal).
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